Jugando los niños toman conciencia de lo real, se implican en la acción, elaboran razonamientos y juicios. Marginar el juego de la educación equivaldría a privarla de uno de sus instrumentos más eficaces, por ello el educador debe asegurar que la actividad del niño o la niña sea una de las fuentes principales de sus aprendizaje y desarrollo, pues a través de la acción y la experimentación, ellos expresan sus intereses y motivaciones y descubren las propiedades de los objetos, relaciones, etc.
El
papel del educador infantil, consiste en facilitar la realización de
actividades y experiencias que, conectando al máximo con las necesidades,
intereses y motivaciones de los niños, les ayuden a aprender y a desarrollarse.
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